El mundo del entrenamiento está lleno de términos y conceptos que a menudo pueden resultar abrumadores tanto para los más experimentados como para los que acaban de empezar. Sin embargo, entre la multitud de términos, tres se destacan como pilares fundamentales del entrenamiento: la intensidad, la técnica y la disciplina.
Estos elementos son como los ladrillos que construyen la base de cualquier programa de entrenamiento eficaz y sostenible. Profundicemos en cada uno de estos componentes para comprender mejor su importancia y cómo influyen para conseguir nuestros objetivos.
INTENSIDAD: ¿POR PLACER O NECESIDAD?
La intensidad en el entrenamiento es el motor que impulsa el progreso y el cambio en nuestro cuerpo. Se refiere al nivel de esfuerzo que aplicamos durante una sesión de ejercicio, ya sea levantando una carga, corriendo en una cinta o practicando algún deporte. Sin embargo, a través de nosotros, la intensidad puede manifestarse de dos maneras distintas: por placer o por necesidad.
La intensidad por placer se experimenta cuando nos dejamos llevar por la “sensación” que nos provoca entrenamiento. Por ejemplo, cuando realizas tu ejercicio favorito y buscas ese estímulo que te haga sentirte sobrecargado y notar el trabajo, o cuando recorres cierta distancia corriendo a un determinado tiempo y velocidad.
También cuando experimentamos esa sensación de euforia y cuando nos desafiarnos a nosotros mismos a superar nuestros límites. Este tipo de intensidad nos impulsa hacia adelante y nos motiva a seguir buscando nuevas formas de desafiarnos a nosotros mismos.
Por otro parte, la intensidad por necesidad es más estratégica y deliberada, es decir, está planificada. Se refiere al nivel de esfuerzo necesario para estimular el aumento de masa muscular, mejora en la capacidad aeróbica/anaeróbica (resistencia cardiovascular) o alcanzar cualquier otro objetivo específico de entrenamiento.
Esto puede implicar seguir un programa de entrenamiento orientado a una sobrecarga progresiva con el objetivo de aumentar el tamaño del pectoral, realizar intervalos de alta intensidad o mantener un ritmo constante durante una sesión de cardio o carrera.
La intensidad por necesidad nos obliga a salir de nuestra zona de confort y a ponernos a prueba con el fin de conseguir mejorar nuestro nivel o condición física.
Es importante entender que la intensidad no es un concepto estático; varía según el día, la sesión de entrenamiento y el contexto individual. Adaptar la intensidad de manera inteligente nos permite progresar sin excedernos ni caer en el estancamiento.
Es un equilibrio delicado entre el deseo de desafiarnos a nosotros mismos y la necesidad de escuchar a nuestro cuerpo y respetar sus límites.
TECNICA: CORRECCIÓN Y ADAPTACIÓN
La técnica es otro aspecto fundamental del entrenamiento que a menudo se pasa por alto o se malinterpreta. Se refiere a la forma en que realizamos un ejercicio específico, desde la posición de nuestro cuerpo hasta el movimiento de nuestras articulaciones.
Una técnica adecuada no solo maximiza los beneficios del ejercicio, sino que también minimiza el riesgo de lesiones y mejora la eficiencia del movimiento.
Sin embargo, es importante comprender que la técnica no es una talla única para todos, es decir dependerá muchísimo de la persona y su contexto. Lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra, y eso está perfectamente bien.
En este aspecto hacemos una distinción entre:
- Aprender a moverse: ocurre cuando una persona con poca experiencia empieza su periodo de entrenamiento y al no tener la técnica experimentada es más eficiente para su cuerpo realizar un ejercicio, controlando carga e intensidad, sin tener una técnica perfecta, pero que con ella aprenda a usar su cuerpo.
- Mantener una técnica “correcta”: cuando la persona cuenta con suficiente experiencia y tiene mejor concepción de su cuerpo y como se mueve, es necesario mantener una técnica correcta con el fin de obtener el mayor estímulo posible a través de la ejecución.
Además, es importante distinguir entre una técnica correcta y una técnica perfecta. Mientras que una técnica perfecta puede ser un ideal inalcanzable, una técnica correcta es aquella que nos permite realizar un ejercicio de manera segura y eficaz, teniendo en cuenta nuestras limitaciones y capacidades individuales.
Por lo tanto, en lugar de obsesionarnos con alcanzar la perfección técnica, debemos enfocarnos en mejorar gradualmente nuestra técnica a lo largo del tiempo, reconociendo que el progreso es un proceso continuo y evolutivo.
Entonces, la clave está en “adaptar la técnica a la persona y no adaptar la persona a la técnica”. Por ejemplo, la longitud de nuestros fémures puede influir en la forma en que realizamos sentadillas, y eso está bien.
Lo esencial es mantener la integridad de la técnica y evitar comprometerla en aras de levantar más peso o hacer más repeticiones.
MOTIVACIÓN Y DISCIPLINA: MAS ALLÁ DEL PLACER
La motivación es el combustible que alimenta nuestro deseo de ir a realizar un entrenamiento, superarnos a nosotros mismos y alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, la motivación no es constante y puede fluctuar según el día, el estado de ánimo y las circunstancias externas.
Es fácil comprometerse con el entrenamiento cuando estamos motivados, pero la verdadera prueba de carácter radica en nuestra capacidad para seguir adelante incluso cuando la motivación flaquea.
Es en estos momentos, donde la motivación no está tan presente, donde entra en juego la disciplina y el hábito.
La disciplina es la fuerza de voluntad para hacer lo que sabemos que debemos hacer, incluso cuando no nos apetece hacerlo. Es la capacidad de seguir adelante a pesar de la adversidad y mantener el rumbo hacia nuestros objetivos. Y esto suele ocurrir a menudo.
En el día a día hay miles de estresores y situaciones que pueden mermar nuestra energía y ánimo, y es ahí donde el hábito y la disciplina son los que actúan por nosotros y nos hacen respetar el entrenamiento.
Cuando nos encontramos en esos días difíciles, donde el cansancio y el estrés amenazan con sabotear nuestro entrenamiento (donde apenas hay motivación), es crucial recordar los beneficios a largo plazo del ejercicio (hacerlo por hábito o disciplina).
Más allá de las sensaciones inmediatas de fatiga o desagrado, el ejercicio aporta innumerables beneficios para nuestra salud física y mental. Es en estos momentos donde la disciplina y el hábito toman el timón, guiándonos a través de la adversidad hacia nuestros objetivos.
Además, es importante encontrar formas de cultivar la motivación intrínseca, aquella que surge de nuestro propio deseo de crecer y mejorar. Esto puede implicar establecer metas realistas y alcanzables, celebrar nuestros logros y rodearnos de personas que nos inspiren y nos apoyen.
La intensidad, la técnica y la disciplina son los pilares sobre los cuales se construye un entrenamiento efectivo y sostenible. Al comprender la interacción entre estos elementos y su impacto en nuestros resultados, podemos optimizar nuestro enfoque de entrenamiento y alcanzar nuestros objetivos con mayor eficacia.
Ya sea buscando la intensidad por placer o por necesidad, adaptando la técnica a nuestras necesidades individuales o cultivando la disciplina para mantenernos en el proceso de mejora, cada componente juega un papel crucial en nuestro viaje hacia una vida más saludable y activa.
Mientras que la intensidad, la técnica y la disciplina son fundamentales para cualquier programa de entrenamiento exitoso, sabemos que implementar estos principios por tu cuenta puede ser un desafío.
En JW Entrenamiento Granada, no dedicamos a ayudarte a alcanzar tus metas de entrenamiento con un enfoque personalizado que se adapte a tus necesidades individuales.
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